jueves, 11 de julio de 2019

Tu viaje a la Alsacia

Tu viaje a la Alsacia en Ryanair comienza así, casi sin pensarlo.
“Nos podemos ir a la Alsacia por cincuenta y ocho euros ida y vuelta”, te dice tu amiga Maribel.
Entras en internet y compruebas que Maribel no te ha engañado, que tiene toda la razón, que por el precio de un abono transporte con derecho a tren ligero, puedes conocer Estrasburgo, Colmar, Baden-Baden, y hasta la Selva. negra.
El primer escollo lo encuentras al intentar meterte en la página de Ryanair.
Son las tres de la tarde, te piden todos los nombres que figuran en tu DNI y va la página se cuelga. Tu madre se pasó un montón haciendo promesas a las santas. Ahora te llamas: Brígida, Eutimia, Remedios, de la Santísima Trinidad. Y como eso no estaba previsto, te suben el precio unos cuarenta euros por nombre y abuso de santoral.
Lo aceptas, se vuelve a colgar la página varias veces, y cada vez debes comenzar de nuevo. Son las siete de la tarde y todavía no has logrado meter tu nombre completo.
Te preguntan si quieres seguro de accidente, y cómo te llamas “de la Santísima Trinidad” que tu madre te lo puso porque los que se llaman así no mueren en accidente, hecho constatadísimo en los santorales, decides “pasar” de seguro. No encuentras la forma de “pasar” y lo dejas. Dices que bueno, que con seguro.
Pero, aun así, la página se vuelve a colgar.
Diez cuarenta y cinco, la tarifa ha subido casi tanto como la prima de riesgo y con la misma lógica aplastante de esta.
Once quince, te preguntan que, si piensas facturar alguna maleta y como eso sube el precio una barbaridad y estás empeñada en irte en tren ligero y con bocadillo de chorizo a la Alsacia, buscas la forma de decir que no estás interesada, y que ya te apañaras tú con el equipaje de mano. Es entonces cuando se abre la página de un tal Eulogio Zapatero que te ofrece una maleta de cabina por el módico precio de doce cincuenta euros. Aceptas y se vuelve a bloquear. La maleta que sale en pantalla sin bloqueos cuesta ciento cincuenta euros, IVA aparte, si la quieres con factura.
Doce en punto, la página se ha cerrado y debes empezar de nuevo; “Brigida Eutimia, Remedios de la Santísima Trinidad”. Cuando logras volver a meter los datos, la tarifa ha subido de nuevo y cuesta ochocientos cincuenta euros, a no ser que estés dispuesta a salir a las tres y cuarto de la madrugada del sábado y regresar a las diez y veinticinco de la mañana siguiente.
El problema es que ya se te ha metido en el cuerpo la perra por la Alsacia y tragas con lo que te echan.
En el aeropuerto se quedan con tus pinturas, tu colonia, tu bote de champú y las pinzas de depilar. Te confiscan la maleta marca Eulogio Zapatero, porque al tener las asas erectas por un defecto de fábrica, supera la medida reglamentaria. Te cobran un billete más por poner en el asiento de al lado, un fular que habías subido al avión atado a tu cuello por si te entraba el frío
Y por fin llegas a la Alsacia sin fular, sin maletas Eulogio Zapatero y sin tiempo para conocer más que el aeropuerto porque el coche que habías alquilado cuesta cuatrocientos euros más de lo pactado ya que necesita cuatro ruedas a cien euros cada una, y… “Eso va aparte, señora”.
Para no perder tiempo compras en las tiendas del aeropuerto un gorro de Vikingo porque le habías prometido un recuerdo a tu sobrino, y ya no tienes muy claro si estás en Suecia, la Alsacia, o Boadilla del monte. Pero lo peor es que has olvidado que te obligarán a llevarlo puesto todo el trayecto de regreso bajo amenaza de pasarte a business class con el consiguiente desembolso adicional aplicado a los cuernos de más de cinco centímetros de espesor.
Aunque lo más importante es que habrás conocido el cielo de la Alsacia.



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