domingo, 21 de septiembre de 2008

DESTINO 8

Imagen: Hopper

8


Cuando entré en casa, me recibió como siempre, es decir, ni me miró. Tan solo dijo:
-La cena –como si acabaran de entrar las patatas a la jardinera por la puerta.
No le dije nada. ¿Para qué? Lo iba a negar. Iba a mentir. ¿Y yo? ¿Qué iba a ser de mí? No sabía a quién acudir. Y Sebastián, el pobre Sebastián, no era más que un descarnado que no podría hacerse cargo de mi dolor. Debía pensar deprisa, muy deprisa. La realidad se me echaba encima como una losa. Era una realidad pegajosa y densa, como si un murciélago se hubiera posado encima de mi cabeza y no lo pudiese arrancar. Sus horribles alas, su chirriar espeluznante.
-Está noche regresaré tarde –dijo Tomás-. Tengo que revisar el balance con el contable.
Y lo dijo con la mentira grabada en sus ojos y la traición en los labios como si interpretara un tango.
Lo abandoné un martes. Lo dejé con su fútbol, con sus desprecios, con sus patatas a la jardinera, con su sosería.
Le pedí a Antonia que me acompañara a la casa de la sierra. Quería despedirme de Sebastián, de su consuelo.
-Solo será esta noche-le dije.
Dejamos la grabadora encendida toda la noche, y por la mañana nos acercamos a Becerril.
El corazón se me salía del pecho al encenderla.
Se escuchaba solamente la honda respiración de Antonia. Estaba a punto de escuchar esa voz. Por fin llegaba lo que había esperado tanto tiempo. Esperaba que dijera algo para sacarme de mi soledad, de mi desesperanza, de mi miedo a seguir. Pero no era la voz que yo esperaba, el tono varonil y bajo de Lee Marvin en La leyenda de la ciudad sin nombre. No, era una voz sensual, sugerente, sí, pero…

1 comentario:

Lispector dijo...

Pero...qué intriga, Dios mío, me tienes pegada al blog..., esperaré el siguiente capítulo de "Destino" con mucha curiosidad y ganitas de leerlo. Un besito, y tú si que eres guapa!!! Un abracito.

Daniela.