martes, 8 de octubre de 2013

MUCHOS DISGUSTOS





                                    




Puri visitó a un dietista famoso que envió su orina al estado de Illinois para ser analizada. Después de dos meses de estudiar concienzudamente el caso, los eminentes doctores llegaron a la conclusión de que Puri estaba como un tonel porque lo que le engordan son las judías verdes y las espinacas tomadas  a pelo. Es decir, sin aliñar.
Le aconsejaron que comiera en vez de judías verdes, judías blancas con chorizo y algo de panceta. Dicen que su caso es de catalogo, que su organismo metaboliza las grasas y no las verduras, que por eso engorda.
El diagnostico le costó seis mil euros, más que todo por el viaje de la orina por tierra, mar, y aire.
Han pasado dos meses, ha engordado diez quilos más y se ha convertido en una detractora recalcitrante de la fabada asturiana. El dietista no se hace responsable de los kilos de más. Dice que debe hacer algo mal, que si no está de acuerdo que acuda a la Organización Mundial de la Salud y que ponga un recurso.  De Illinois le enviaron una bicicleta estática que pedalea sola. Dicen que eso es lo que aconseja su orina, pero tampoco consiguió bajar ni un solo kilo. Le hablaron de la anti gimnasia, nuevo método que está haciendo furor en Colorado y norte de Tejas, pero continuó engordando.
Por fin visitó a una curandera que le aconsejó disgustos, muchos disgustos, oiga usted, cuantos más mejor.
Le ha prescrito leer la prensa a toda hora, llorar los desmanes de sus corruptos nacionales, acumular multas y paralelas de la Agencia Tributaria mientras repasa amnistías fiscales. Llorar la pérdida de moscosos, añorar su paga extra extinta y a buen recaudo en Suiza a nombre de otros más avispados. Repasar la larga lista de imputados presuntos, y jamás juzgados, de indultados sin explicación, repasar las nóminas y las dietas de los servidores de la patria, sus indemnizaciones por despido, sus viajes lúdicos, la risa que les da las manifestaciones y huelgas. Y, para más seguridad, unos sicarios se han ofrecido a secuestrarla, atarla a una silla, ponerle palillos en los ojos para que no deje de ver programas de debate, para que conozca la verdad y toda la verdad de lo que está sucediendo en el país.
Y parece que por fin la curandera ha dado en el clavo. Si continua una semana más  podrá desfilar por la pasarla Cibeles con la talla 34.
Está esbelta y cabreada. Pero lo peor es que en la revista médica de Illinois ha salido su fotografía antes y después, la ponen como ejemplo de la nueva forma de adelgazamiento a base de fabada asturiana y choriza, y eso no es justo, la verdad.
Puri sabe que fue la curandera la que dio en el clavo: disgustos, muchos disgustos.

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