Acababa
de salir mi novela “Bajo cuerda” y me invitó la editorial Lengua de Trapo a la cena de entrega de
premios “Fundación Lara de novela” 2008.
A
propuesta del jurado se podía galardonar cualquier novela escrita en español y
publicada en primera edición en ese año con independencia del país. Recuerdo
que quedó entre los finalistas Ana María Matute. Pensé que nadie podría
comparase a ella. No solo era una de las voces más ricas de la literatura, como
había dicho Vargas Llosa, sino que había sido propuesta en 1976 para el Nobel
de literatura, premio Cervantes, Café Gijón, Planeta, Nacional de literatura, Nadal y Fastenrath de la Real Academia. Me
parecía que nadie podría competir con una escritora de su talla, que era como
competir con García Márquez o Vargas Llosa.
Sin embargo mi sorpresa fue grande al comprobar que no había sido la ganadora. Me sentí muy triste,
me parecía que la maestría y los años habrían
acrecentado su talento, por muy bueno que fueran los otros finalistas. Entonces la única explicación que encontré era
la de la edad, quizá le había hecho perder frescura u oficio, o vete tú a saber
qué.
Pero
hoy, después de algunos años, ha caído en mis manos aquella obra finalista en
2008: “Paraíso inhabitado”. Una obra
fantástica, un canto a la imaginación, a la fantasía de los cuentos como
mecanismos de liberación de una niña solitaria. Un relato de iniciación que
cuenta el paso de la infancia a la madurez. Con una doble mirada sobre la vida,
el enjuiciamiento severo del adulto y el sorprendido descubrimiento de la niña.
Dos realidades separadas, hostiles.
Encierra
grandes dosis de critica social a la burguesía acomodada con comportamientos
egoístas.
Su
modo de contar no es pretencioso o envarado, pero es profundo y serio.
Un
libro precioso que me ha devuelto a la niñez y que me ha absorbido por completo
Una historia sobre la infancia y los últimos momentos antes de entrar en el
mundo adulto, el de los gigantes. Hacía
tiempo que no disfrutaba tanto con una lectura.
Ana
María Matute no había perdido ninguna cualidad de las que le hicieron merecedora
de tantos premios en su trayectoria literaria. ¿Por qué no fue ella la ganadora? Nunca acabaré de desentrañar los misterios de los premios literarios.
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