domingo, 9 de agosto de 2015

EL EFECTO BOOMERANG


 

               
  

 
     
 
 
 
Cada día creo más en el efecto boomerang.
Siempre que alguien me la juega, observo cómo la mala idea se vuelve contra el malvado sin que yo mueva un solo dedo. Y como no soy una elegida del destino, ni me han salido alas, ni nací con escamas o cola de sirena,  deduzco  que no es por mí, ni por mi gracia, sino por alguna ley del universo que entra en bucle y desanda el camino de ida para  retornar al lugar de origen.
Tampoco creían los antepasados que la tierra fuese  redonda. Eso tardó en descubrirse, pero lo que sí  se dieron cuenta algunos antiguos con ganas de darle vueltas a todo, fue que en cuanto echaban una pelota al aire, esta volvía  a caer al suelo. A algunos esa observación les sirvió para descubrir la ley de la gravedad.
Eratóstenes. 194 a de C, sin ir más lejos, por referencias obtenidas de un papiro de su biblioteca, empezó a darle vueltas y más vueltas  a que en Asuán( Egipto),  el día del solsticio de verano, los objetos verticales no proyectaban sombra alguna y la luz alumbraba el fondo de los pozos. ¿Cuántos hubiéramos dedicado un minuto de nuestro tiempo a observar sombras en un pozo? Pues ahí lo tienes, haciéndose preguntas y respondiéndose con lucidez: “Esto  significa que la ciudad está situada justamente sobre la línea del trópico y su latitud es igual a la de la eclíptica que ya conocemos”. Y se puso a medir la sombra en Alejandría hasta que demostró la circunferencia.
 Pues parece ser que si rehacemos el cálculo de Eratóstenes con la distancia y medida angular exacta solo hay un 0,16% de error de la circunferencia real de la Tierra medida por satélites avanzados.
 Y es que pensar y darle vueltas a todo te envía a un psiquiátrico o a la gloria. Así que lo cuento en voz baja, pero por mis observaciones de andar por casa, sin eclípticas ni latitudes,  creo en el efecto boomerang solo porque me ha dado por observar y extrapolar.   
No seré yo la que descubra el átomo, molécula o ley de la naturaleza que impulsa el efecto boomerang, pero existe y algún día tendremos la ecuación que lo confirme con un margen de error que quizá sea de  un 0,16%.
El hombre desentraña los misterios de la naturaleza a base de especular con esto o con aquello. Luego viene un matemático, llena la pizarra de formulas y acaba confirmando y cuantificando lo mismo que dijo un tío con ganas de observar miles de años antes, y resulta que había dado en el clavo.
“¿De verdad crees que  hay una chispa, molécula, átomo o ley de la naturaleza que tiene la misión de hacer la cusqui a nuestros enemigos?”, me pregunta Mariana.  Ella se niega a admitir que” los malvados sufran consecuencias iguales a sus fechorías. Yo le repito la máxima. “Siéntate a la puerta de tu casa y verás al cadáver de tu enemigo pasar”, y ella no hace más que asomarse al balcón. Le explico que no necesariamente hay que darle literalidad a los refranes. Se queda pensativa y me pregunta qué gana ella si no ve sufrir al malvado.
 “Allá tú, cuando se descubra la molécula, átomo o ley pertinente  comprenderás lo que quiero decir. Por de pronto cuídate mucho con lo que haces o deseas para otros, porque regresa al lugar de origen.”
 

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