Si
uno echa la vista atrás, si recuerda la cantidad de sufrimiento que los
españoles hemos vivido en aras de una independencia que utilizaba todas sus
armas para conseguirla, la del pueblo vasco. Si no olvida los muertos, heridos,
extorsiones, secuestros y amenazas, si luego ve la forma en la que los
catalanes han hecho de su capa un sayo para proclamar su independencia,
comprende lo caprichoso del destino. Eso ya lo sabía yo cuando leí que Hernán
Cortés conquistó Méjico-Tenochtian con trescientos hombres frente a un millón.
Pues
a los catalanes les ha pasado lo mismo. Han conseguido iniciar el proceso para
la republica independiente de Cataluña sin despeinarse, aprovechando la falta
de firmeza de una retahíla de gobiernos que ahora parece que se lo han
encontrado como por sorpresa. Supongo que a Moctezuma le debió pasar un poco igual, algo de
avaricia, un poco de “aquí no pasa nada”, dos gotas de “divide y vencerás”, una
emulsión tipo master chef y tres gotitas de abracadabra. El Hernán Cortés
catalán se ha colocado en el trono mientras tanto nuestro Moctezuma de turno ha
puesto a estudiar a jueces, a fiscales, abogados del Estado y demás juristas.
Los pobres, con lo mucho que ya estudiaron en su oposición no se les ocurre
nada. Aquello eran temas de memoria y esto es alta política o alta firmeza, y por
lo que se ve, no pueden, no se les pasa por la cabeza o no se atrevan a hacer nada con sus
enconados estudios, o quizá sí se atreven y el
que no se lanza es Moctezuma. Vete tú a saber.
Todo
esto me recuerda al consejo que le dio el abogado a una amiga que se quería
separar y largar a su marido sin
grandes procesos.: “Tú cambia la cerradura de la casa y luego que él recurra”.
Actúa
y luego pregunta.
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