Reconozco
que el último movimiento de “Podemos” me ha dejado alelada. Es algo así como
cuando te encuentras a uno de esos superdotados que parecen tontos, pero no
acabas de tener muy claro si es que tú no le alcanzas o el que no te alcanza es
él a ti.
Hubiera
comprendido que saliera Pablo Iglesias tan contento de la audiencia con el Rey
y dijera que le tendía la mano al PSOE, también hubiera estado dispuesta a
creer que las asambleas que sirven de base a su partido, asambleario donde los
haya, y que deciden todo lo que sea menester, se hubieran reunido a calzón
quitado para hacer una propuesta “in extremis” de vicepresidencia y presidencia
para la nueva legislatura, que luego, así ya, poco a poco, fuera convenciendo a Sánchez con lo de los
ministros y los ministerios, que una vez logrados sus deseos y sin posibilidad
de dar marcha atrás, le hubiese dicho eso de que gracias a su condescendencia el
destino le había sonreído y que le dejaba
el trono, en plan “ninot indultat”. En fin, que según mis cánones de actuación,
lo habría hecho con disimulo. Sin embargo, el tío salió rodeado del gobierno en
pleno, dejando en el aire algunas carteritas para que no se diga, y a Sánchez
de presidente honorifico. Todo realizado en la más estricta ocultación para una
de las partes del extraño pacto, porque ahora resulta que hasta que Pablo
Iglesias declare la republica, el que más respeto le merece en este país, mira
tú por dónde, es el Rey, y consideraba que debía ser el primero en enterarse de
sus sueños.
Imagino
a un viudo proponiendo matrimonio a una chica no sin antes anunciarle que
cuidará a sus tres retoños, limpiará la cocina, mantendrá la casa como los
chorros del oro y le dará las gracias todos los días de su vida por haberle
hecho el favor de pedirle matrimonio. Y todo eso anunciándoselo antes que a
ella, al presidente de la comunidad por deferencia.
Es
que los superdotados se nos van de las manos, por eso a veces uno los cree
tontos, aunque supongo que se debe a que los hay más tontos aún.
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