Creí
que ya no me emocionaría al reunirme con niños para hablar de mis libros, que
estaba acostumbrada a ir a colegios, que se me habría endurecido la piel de
tanta visita, de tanto encuentro. Sin embargo no ocurre así, nunca me
acostumbro a contemplarlos, a sus sugerencias, a su inteligencia.
Ayer
me habían invitado a un club de lectura en la librería “Serendipias” de Tres
Cantos. Lo primero que hice fue buscar en el diccionario el significado de
Serendipias. “Descubrimiento o hallazgo
inesperado que se produce cuando estás buscando otra cosa distinta.
Descubrimiento importante que no tiene relación con lo que se buscaba. Resultó algo premonitorio. Esperaba organizar mi próxima presentación del último libro que
he sacado en mayo, y me encontré con mi primer libro juvenil. Aquel que salió
en 2012. Todavía gusta, todavía colea, todavía lo leen los niños y lo piden.
Hay pocas cosas tan satisfactorias para un escritor como que su libro no muera,
no acabe arrumbado bajo miles de novedades. Me lo dijo Elena, la dueña de la
librería. “Se han apuntado muchos, diecisiete niños de entre nueve a doce años.”
A todos les había gustado, querían hablar con la autora de aquel libro: “Gus y
la casa voladora”
El encuentro en un club de lectura ya es en sí
mismo enriquecedor, porque es el encuentro con lectores recalcitrantes, con
personas que como tú, aman la lectura. Pero si además son niños, es más enriquecedor
porque en la era de la Play, de la Nintendo, de los móviles, de las miles de
oportunidades de evasión que se les presentan, eligen leer, y les gusta imaginar
las escenas, los personajes. Me encanta que en esta ocasión hayan elegido mi
libro, que me pongan nota. Pero, sobre todo, me encanta mirarles a los ojos y
saber que no todo está perdido, que mientras sigan existiendo niños así, será
difícil la manipulación porque habrá criterio, prudencia y creatividad. Habrá formas
correctas de expresarse y comprensión ante lo diferente.
Una
niña me preguntó cómo podría conseguir que su hermana leyera. Había conseguido disfrutar
tanto de ello que quería compartirlo.
Hablamos
de los personajes, de la coherencia, de la resolución y el conflicto, de los
puntos de giro, de la emoción que han sentido, de la mirada y de la curiosidad.
No estaba hablando en un colegio porque los profesores les intentaban dirigir a
la lectura, estaba en una librería para encontrarme con aquellos que ya la habían
encontrado, que la amaban y que hacían preguntas de adultos, de lectores, de
curiosos. Tan felices de su afición recién descubierta, que querían contagiarla
a otros. Destripamos la historia, pero, sobre todo, destripamos ese lugar tan
enriquecedor y mágico que nos aparta de todo lo malo y al que solo se llega en
silencio, en soledad. Un lugar donde se encuentran personajes diferentes,
lugares remotos, situaciones que jamás viviremos si no es leyendo, y que nos
permiten comprender un poco más ese mundo tan extenso y complejo que nos rodea.
Fue divertido, fue ese hallazgo inesperado que
se produce cuando estás buscando otra cosa; una auténtica Serendipia.
Gracias
Elena Martínez Blanco por tu librería, por tu iniciativa, por llevar la lectura
a Tres Cantos, por esa tarde y por esos lectores.
2 comentarios:
como me alegro!! esa es tu recompensa. Y la más auténtica: la que te dan los niños. En esa no caben intereses, adulaciones, falsedades y todos los "vicios" que acumulamos los adultos. Disfrútala
Es verdad, qué buena tarde. Gracias amiga.
Publicar un comentario