jueves, 5 de abril de 2018

DE DRONES, CHULETAS Y MASTER






Me hubiese gustado vivir mis años universitarios ahora, sobre todo por los drones. Era tan complejo copiar cuando yo estudiaba, que casi no merecía la pena. Aunque había de todo, los que invertían horas y más horas para elaborar una buena chuleta y los que preferían darle al café y a la memoria. Y es que las chuletas solían ser muy sofisticadas. Recuerdo que tenía un amigo, de esos entregados, que al verme tan agobiada con los mil exámenes que se me venían encima, me propuso hacerme una chuleta de penal. En principio me pareció una idea excelente, incluso me hizo mucha ilusión. Era como traspasar una barrera infranqueable, un triple salto mortal: de “pringada” a “malota”. Estaba la mar de conmovida. Me sentía un poco como en el hampa, y la posibilidad de que me pillaran, le daba un regustillo al examen que me subía la adrenalina. Aquella mañana apareció mi amigo en la residencia con un rulo diminuto, estaba recogido con un goma de pelo que permitía girarlo de un lado para otro sin problemas ni ruidos. En él se agrupaban con imperceptible letra; los delitos, las penas, las faltas, la aplicación de la condena según la comisión del delito. Bueno, una gozada. “Delito continuado: la pena máxima en su grado mínimo. Delito de hurto...” Que guay me pareció todo . Creo que aquel día me enamoré del intrépido amigo elaborador de semejante artilugio. Lo hacías rodar con sumo cuidado e iban apareciendo leyes, agravantes, atenuantes. La verdad es que era un buen invento, pero como no tenía practica en copiar, llegado el caso, me puse como una moto, descuajeringué el dichoso rollito, se me partió por tres partes y acabó en el bolsillo hecho un gurruño, mientras intentaba memorizar lo que había estudiado por las noches. Los dos pasamos algunas noches en vela, pero jamás le confesé que el examen lo saque yo solita por puro ataque de pánico. Hoy las cosas han cambiado mucho, y supongo que dentro de nada te llevaran la chuleta escondida en drones disfrazados de mosca cojonera o mosquito tigre. Pero para eso, como siempre, habrá que tener tablas: engañar, copiar y poner cara de yo no he sido. Aunque lo mejor, mejor, mejor, dónde se va a comparar, es meterte en política. Allí no se necesitan ni drones, ni rollitos, ni llenarte los muslos de cuadros sinópticos, ni disimulo. Algunos lo tienen fácil para sacar master, oposiciones, carreras y demás glorias, sin siquiera aparecer por las aulas, menudo incordio. Y luego, una vez apalancado en un porvenir seguro, por si la cosa política se tuerce, tienen un empleo per saecula saeculorum y una jubilación de por vida por solo siete años en política. Y lo más triste es que ni los que engañan ni los otros, tratan de cambiar eso, porque no van a ponerse tiquismiquis con títulos, medallas y prebendas que a todos consuela. Lo malo es que, de la misma forma que algunos no sabemos copiar y hacernos los malotes, tampoco tenemos madera de políticos, ni morro para negar verdades como puños, ni podemos hacer nada contra las leyes que ellos promulgan. Para eso hay que nacer ya con una chuleta debajo del brazo.

1 comentario:

Begoña dijo...

Como siempre leerte es un placer!!!