viernes, 26 de marzo de 2021

SÍ SE PUEDE


                               
          

Imagen: Hospital Isabel Zendal

 

 

 

 

Nunca creí que una pandemia pondría en evidencia la decadencia de la sociedad en la que vivimos. Quizá somos decadentes desde hace mucho tiempo, pero los trajines diarios, el día a día con sus afanes y proyectos, nos lo ocultaban. No me refiero ya a la política donde una persona del gobierno se atreve a llamar criminales a los del partido contario, a sus votantes, a la sociedad que no le aplaude. “La derecha criminal”, dice. “La derecha criminal”, grita, y no pasa nada. No hay justicia que pare esos improperios fuera de tono, esas agresiones verbales. ¿Injurias o calumnias? ¿Delitos y penas? ¿Perseguibles de oficio o a instancia de parte?

La contestación es igual de execrable. Que si tu padre era un terrorista criminal. ¿En serio? ¿Se pueden escuchar tamaños insultos sin mover un dedo?

¡Sí, se puede! ¡Sí, se puede!

Se puede admitir que una mujer en tratamiento psiquiátrico salga en la televisión, forzando su equilibrio emocional para dar pábulo a sus desgracias a cambio de sustanciosos ingresos, de audiencia, de morbosidad, que otra mujer con poder ejecutivo, juzgue desde el sillón de su casa y condene como un Cesar bajando el dedo pulgar.

¿Qué será lo siguiente? ¿Acaso un muerto?, ¿un asesinato en plena hora punta?

Se pueden robar vacunas necesarias para controlar la pandemia y esconderlas en una nave sin que se mueva un dedo para solventar tamaña iniquidad. Se pude dejar al virus campar a sus anchas porque unos pagan más que otros. Se puede boicotear un hospital lleno de enfermos graves para desprestigiar a una presidenta, sin importar el peligro de vidas humanas, sin que nadie tome cartas en el asunto. Pueden jóvenes organizar fiestas nocturnas, asesinar a sus mayores y a sus sanitarios, porque lo de morirse es de viejos o de pringaos. Se puede hacer tantas atrocidades sin que unos tribunales, unos dirigentes, aquellos que se supone que nos deben proteger, a los que les hemos dado nuestro dinero y nuestra confianza, paren o por lo menos, traten de parar tal monstruosidad. Se puede mentir abiertamente, prometer lo que no se tiene la más mínima intención de cumplir, reírse en el parlamento del contrario y de la población que los ha puesto allí, sin ápice de decoro.

¡Sí se puede! ¡Sí se puede!

Se puede seguir así porque así ha vivido la humanidad desde hace mucho tiempo, lo malo es que vivíamos tranquilos, en un lugar privilegiado, creíamos que las leyes en nuestros países nos protegerían, que la barbarie estaba allende el mar, y ahora nos damos cuenta que nuestras vidas, nuestra dignidad y nuestros logros, han sido arrojados al fango, como ya ocurre desde hace años en otros países menos desarrollados. Nos ha llegado el avasallamiento como nos llegó la pandemia, cuando pensamos que eso ocurría tan solo en China, tan lejos.

Estamos aprendiendo lo que es el tercer mundo, el atropello, la falta de leyes, de jueces que las defiendan, de policías que las hagan cumplir, de respeto a nuestros mayores. Estamos tan perdidos como esos que vienen arriesgando su vida en patera, huyendo de la injusticia y el hambre, creyendo en el paraíso. Y lo malo es que nos hemos tenido que dar cuenta precisamente ahora que la muerte ronda nuestras vidas.

Sí, se puede llegar a la barbarie. Vaya si se puede.

 


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