lunes, 26 de abril de 2021

SER O NO SER

                                             



 

 

 

 

 

Hay una franja de edad a la que ni está previsto vacunar ni se la espera. No es que no tenga paciencia, es que si entras en la página de la Comunidad de Madrid, aparecen los futuros vacunados que van desde lo más alto en edad hasta 70 años. Los siguientes en la escala son los de 60 a 65 años y ya, los siguientes son los de 59 para abajo. No tengo ni idea qué ha pasado con esa franja de 65 a 69 que nos mantienen en tierra de nadie, pululando huérfanos de vacunas y de esperanzas de un lado para otro. No tengo prisa, peor lo tienen otros colectivos, otros países, pero no lo puedo evitar, lo de que se me cuelen lo llevo fatal. Si no soporto que me quiten los aguacates en la verdulería sin haber pedido la vez, imagínense si lo que me arrebatan es la vacuna.

Supongo que lo han tenido peor los del ERTE, los autónomos a los que no les llegaban más que buenas palabras. “Mire usted, es que se ha traspapelado el expediente”, les decían. Me avergüenzo de quejarme, pero es algo visceral, lo de que se salten la cola me enciende.

En principio nos anunciaron que para esa franja tocaría la vacuna de Moderna y Pfizer, luego la de AstraZeneca y ahora cualquier información ha sido cubierta de un tupido velo del que no te pueden responder ni en el teléfono de la Comunidad, ni en el de la esperanza. Ellos dicen que pertenecemos al grupo C5, y con eso ya tú interpretas.

¿Seremos, como se define Gabilondo, un verso suelto, un vete tú a saber?

No sé a quién preguntar porque lo mismo ya no existo y me pasa como con la peli de sexto sentido, que no lo sé y continuo reclamando por doquier. Quizá sea eso lo que suelen hacer las almas en pena por el purgatorio, lo mismito que hicieron en vida, en mi caso: reclamar y reclamar. Un sinvivir de dimensiones infinitas.  También puede ocurrir que todavía exista, pero me halle en otra dimensión, el mundo cuántico, quizá asea el desdoblamiento de la materia lo que nos hace invisible a los ojos de la Comunidad. Lo mejor es no preguntar, porque ya lo he hecho yo y las sorpresas ante la pregunta aún duele más. Ah, pues no sé. Sí que es raro, sí.

“Ser o no ser” he ahí el dilema.


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