viernes, 24 de febrero de 2023

HIJOS NATURALES



 

 

 

Me emocioné al ver las imágenes de los dos cordobeses: padre e hijo, abrazándose. No tengo ni idea cómo se ha gestado el esperado encuentro, pero Manuel Benítez, después de 50 años, ha decidido aceptar a su hijo Manuel Díaz y abrazarlo.

Es emocionante, se mire por donde se mire, pero dice poco del padre y muchísimo del hijo. Todos estamos con el hijo porque ha trabajado y luchado para ser reconocido él y su madre.

Me fui a la cama reconciliada con el mundo a pesar de que Martina, la ex de Benítez, haya dicho que le ha restado lustre al padre porque minimizó el trofeo que se le otorgaba. Yo creo que el trofeo le ha iluminado por obra y gracia del chico, pero para gustos, colores.

Como iba diciendo, me fui a la cama reconciliada con el mundo y a la vez, cargada de preguntas. ¿Sería yo capaz de aceptar a un nieto mitad hombre, mitad mujer, mitad dálmata y mitad trans? No sé, la verdad, no sé si tendría estómago. Los perros son fieles y cariñosos, es verdad, pero si los mezclas con un XX o un XY humano, ¿seguirán siendo lo que ahora son? Pues no sé, todo el mundo conoce la historia del minotauro. Saben también que se comía a las doncellas y ahora tenemos muy pocas. Quizá salga del laberinto y rodee el congreso en su afán sangriento. Será por eso que tengo que acudir a un taller de cognitivo. Me cuesta comprender los nuevos tiempos. Dicen que pasa con todas las generaciones. Lo malo es que con los avances de la ciencia, las generaciones actuales duran mucho más y los cambios que tienen que soportar son aplastantes.

La primera alerta de que algo no andaba muy bien entre mi realidad y la realidad de los demás, fue nada más llegar los podemitas al poder. Cuando vi como los mismos ministros salían de sus escaños para manifestarse en contra del gobierno, del que ellos formaban parte, me desestructuré. Y así de desestructurada vivo. Pensé que pronto ocurrirían cosas terribles. Y ahí los tenemos; multando a los que maten una rata y permitiendo el encuentro sexual entre animal y humano,  siempre que el animal diga que sí, porque el sí es sí.

 En resumen; querré a mi nieto dálmata y lo abrazaré con tanta ilusión como lo ha hecho Manuel Benítez a Manuel Díaz, diga lo que diga Martina, pero que me noto un cierto desequilibrio cognitivo, de eso no cabe la menor duda.  

 

 

 


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