Me
gustaría sentirme protegida por algún ministerio, organismo u oficina de
defensa al consumidor. Me gustaría que hubiera un control exhaustivo sobre los
anuncios. Me refiero a que si te dicen que una crema te deja sin arrugas,
hubiera “un propio” comprobando la veracidad del producto, y si no es así, no
solo obligaran a devolver el dinero al estafador, sino que su nombre ocupara
lugar prominente en una lista de embaucadores oficiales.
Luego
me pongo a pensar en la cantidad de estafas a las que nos hemos visto sometidos en este país por aquellos que se
encargaban de administrar nuestros impuestos, pienso en mi petición y me
derrumbo. Porque entre que se queden familias enteras sin recursos y en el paro
por mala administración, y que las cremas no te engañen prometiéndote que te
van a quitar cuatro patas de gayo, pues como que mejor empezar por lo otro.
Sin
embargo no entiendo por qué continúan engañándonos de forma tan pueril. Acabo
de leer un anuncio que me ha dejado los pelos de punta. Comienza con una señora
que se queja de envejecer de esa forma tan desaforada con la que suele envejecer
uno. Cito textualmente sus desasosiegos:
“Las arrugas aparecieron en mi piel. Me veía
miserable y avergonzada... Cuando salía con mis amigos, me sentía
constantemente insegura y corría al baño a ponerme más maquillaje. No me gustaba
ver mi propio reflejo y comencé a evitar los espejos. Un día escuché a mi
esposo referirse a mí como “vieja ciruela arrugada.” Cuando lo confronté, llegó
demasiado lejos diciéndome “¡Te fui INFIEL porque eres demasiado vieja!” y
después ¡se divorció de mi! Esto fue un choque muy doloroso y humillante. Hasta
ese punto, nadie había abordado el tema de que mi cara se había arrugado y
envejecido, y yo estaba en negación”.
Hasta aquí
el aterrador relato de la señora, los espejos, las arrugas invadiendo su cara
como hormigas nauseabundas que se apoderan de su piel, ella negándolo todo y embadurnándose
la cara con maquillaje, el marido llamándola: “ciruela arrugada”, que ya es ser
cruel. Pero gracias a la crema del anuncio, la vida le dio un giro de ciento ochenta
grados y ríete tú de las ondas gravitacionales de Einstein. Volvió a la
adolescencia en un abrir y cerrar de ojos. Se acabaron las arrugas, la ciruela,
y el espejo traicionero. La señora, emocionada y hecha una flor, escribió a los
fabricantes de la crema agradeciendo su nuevo aspecto con estas palabras:
(y vuelvo a
citar textualmente)
"Eventualmente el rumor de mi juvenil
transformación llegó a mi ex marido quien se había divorciado de mi por ser
"demasiado vieja". Llegó arrastrándose y pidiendo llevarme a cenar en
uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, el mismo restaurante al que
solía llevarme cuando salíamos hace décadas. Me dijo que había "cometido
un gran error" y que él se había dado cuenta de que "no puede vivir
sin mí". Llamó, envió mensajes y me envió correos día y noche. Al final
tuve que cambiar mi número de teléfono y dirección. Finalmente, un día, ¡tuvo
la desfachatez de venir directamente a mi casa para tratar de convencerme de
darle una oportunidad! Esto es lo que yo había estado esperando. Yo había
pensado sobre esta conversación en mi mente una y mil veces y le dije
exactamente cómo me sentía, "Me alegro de haberme divorciado y NUNCA
regresaré contigo, eres demasiado viejo y aburrido para mí ahora.”
La
verdad es que lo del marido no tiene nombre, arrastrándose como serpiente para
invitar a la ciruela, antes pocha y ahora reventona, al restaurante de antaño.
La venganza se sirve fría y la buena señora lo logró gracias al veneno de
serpiente.
Así me gustaría vengarme a mí de todos esos
corruptos y mafiosos que nos han robado nuestro bienestar, nuestro sueño y
nuestro porvenir. “Nunca regresaré contigo, eres demasiado viejo y aburrido
para mí ahora”. Je, je.
¿Para
cuando las nuevas elecciones?
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