miércoles, 18 de mayo de 2016

LOS MINORITARIOS

                       






Cuando veo los extremismos a los que están llegando algunos grupos en nuestro país, pienso que no tienen futuro, que los movimientos exagerados tienen todas las de perder,  que el ser humano tiende a la estabilidad, al termino medio como dijo Aristóteles.
Existen grupos, no digo que no, a los que les gusta el riesgo; los alpinistas, los que practican el Bunge Jumping, paracaidistas, los que les apasiona el parapente. En una palabra, aficionados a deportes de riesgo. También existe personas rebeldes, inconformistas, que lo cambiarían todo. Algunos les gusta teñirse el pelo de azul o tatuarse hasta las uñas. Por supuesto que los hay y merecen todo mi respeto porque dejan salir su deseo sin preguntarse lo que piensen los demás, pero no suele ser lo normal. No proliferan, vamos. Existieron los hippies, vivieron en comunas, fumaron marihuana, quisieron conformar otra sociedad, más libre, mas a su aire, menos comprometida y mucho más alucinada, pero no cuajó porque en el fondo era minoritaria. La mayoría, en cuanto a deporte, prefiere el futbol, el baloncesto, el voleibol. La mayoría, en cuanto a la política, prefiere vivir sin sobresaltos, según creencias más o menos sociales, más o menos ancestrales, pero no suele ser extremistas. Quizá ir pegando puñetazos al personal sea lo lógico pero como son minoría, les llamamos enfermos y tratamos de ayudarles para que sean capaces de convivir con el resto. Es una forma como otra cualquiera de definir lo normal. Es por eso que cuando veo a los miembros de la Cup, cuando veo a Ana Gabriel hablando de las comunas, la educación en libertad de los niños sin padres ni referentes, cuando la escucho abominar de las compresas y defender las esponjas marinas para evitar la contaminación del planeta, pienso que es su forma de estar en el mundo, que tiene todo el derecho a verlo de esa manera y que, al igual que los que eligen el deporte de caída libre, lo debe disfrutar con los amigos con quienes comparten afición e ideas. Pero reconozcamos que sus planteamientos no son mayoritarios y que por tanto tiene pocas posibilidades de acumular votos y adhesiones en una sociedad que, con sus defectos y sus virtudes, busca el termino medio.  
Luego de darle toda esa cantidad de vueltas al asunto, ya más tranquila, me voy  a la cama. Entonces sueño con Hitler, recuerdo a Stalin, a Mao, y me despierto desalentada. Nadie en su sano juicio hubiera pensado que un suboficial bajito y medio loco, fuese a desencadenar una de las mayores masacres de la historia. Ese hombre, sus ideas y su forma de estar en el mundo, también eran minoritarias, si hubiera sido deportista quizá se hubiera dedicado al noble deporte de saltar por las terrazas en verano, algo que parecería que le iba a afectar tan solo a él. Pero no fue así, las circunstancias se unieron para conseguirle el poder, como se unieron para que Pujol consiguiera un poder omnímodo en Cataluña a cambio de apoyar  a este o al otro gobierno. Y ese hombre, me refiero ahora a Hitler, alcanzó el dominio, y por alguna estrategia del destino, hundió a muchísimos países, a muchas personas, desalentó las esperanzas sobre el genero humano. Un extremista con suerte, un minoritario en el lugar adecuado y en el momento preciso.  
Si el destino quiso que Hitler consiguiera que murieran tantos hombres, ¿quién me dice a mí que no nos viene un cataclismo de dimensiones inalcanzables a costa de unos cuantos que hace unos años no eran ni escuchados, por una corrupción que nadie atajó en su momento, por una serie de casualidades que están desembocando en una sinrazón de consecuencias imprevisibles? 


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