sábado, 28 de enero de 2017

NUEVAS TECNOLOGÍAS



                                              

imagen: Asaf Hanuka



La abuela de Marión estaba empeñada en que había vivido demasiado y se quería morir. Ni Marion ni yo entendíamos esa obsesión tan macabra dado la marcha que llevaba. Si la llamaba por teléfono, le decían que se había ido al cine con sus amigas o a merendar, incluso que no llegaría a cenar. En las fiestas del pueblo se marchaba con un clavel en la oreja y una botella de fino, a los toros.Era tal su ánimo y salud que cuando nos preguntaban que queríamos ser de mayores, no nos cabía la más mínima duda: la abuela de Marión.  Ella, sin embargo,  nos explicaba contrita que conforme cumples años cada vez entiendes menos el mundo que te rodea y que llega un momento  en el que prefieres abandonar, darte de  baja. “Pero, abuela, no será para tanto”, preguntaba Marión. Ella decía que cuando veía a Demi Roussos cantando en la tele, empezaba a oler mal y tenía que apagarla. Y es que no comprendía los atuendos, las canciones, la estética desaliñada de la época.
Ha pasado el tiempo y cada día comprendo más a la abuela de Marión. No es que no tenga ganas de jolgorio, de salir y de viajar, es que cada vez entiendo menos el mundo que me rodea y me agobio.
Si escribes una novela, por ejemplo, ya no debes llevarla  a una editorial para que la valoren y si les gusta apuesten por ella. Ahora cada uno se la publica como buenamente pueda,  se publicita en todos los medios digitales, se hace miles de amigos en facebook y se abre un blog en el que reseña a todo el que le pueda ayudar.  Se entera de qué es lo que vende, y si se trata de sexo duro, escribe sobre sexo duro, si el mercado emergente está en los coreanos, pongo por caso, introduce tres  musculitos coreanos y cinco odaliscas de por allí para montarles una historia plana plagada de sexo (mínimo tres capítulos, eso si es sado/maso, si no, cinco) lujo sin medida ni clemencia, a ser posible con dinero negro y trata de esclavos (una de las odaliscas, mejor adolescente) y asesinatos indiscriminados.
Una vez terminada la novela, se continua hasta formar una trilogía, se contrata a un experto en márquetin digital, paginas web, introducción en el mercado etc. Y cuando se ha conseguido vender cuatro millones de ejemplares, hasta la editorial más reacia a la truculenta historia, cae rendida a sus pies, y el escritor que se ha forrado con las ventas digitales, cae rendido ante un sello que, no solo lo rechazó en su momento, sino que va a quedarse con todo el beneficio pero que lo colocará en las librerías durante una temporadita.
Eso, a nivel escritores, pero si lo que te gusta es vender pero no tienes muy claro qué, te montas una empresa que en principio no es más que humo, y esperas a ver por donde van los tiros. Es decir, se va dibujando el negocio conforme los compradores les de el aire. Cosa que tiene mucho merito porque si ni el mismo empresario sabe lo que está ofertando, el encaje de bolillos para que no se note es de órdago. O sea, que antes tiene que hacer un curso de “coaching” profesional para potenciar la seguridad en sí mismo, asunto que teniendo en cuenta que tras el negocio no hay nada, la seguridad del que lo logre debe ser férrea. El profesional te hace un acompañamiento reflexivo que te inspira a magnificar tu potencial personal y profesional. En resumen: ¿Dónde vas? ¿a dónde quieres llegar? ¿qué estas dispuesto a perder para conseguir tus logros? ¿para qué vales? Oye, un come coco constante y caro.
También cabe la posibilidad de que lo tuyo sea la nueva cocina, entonces ya lo tienes “tirao”. Inventas un método que no se le haya ocurrido ni al que asó la manteca, y te catapultas a la fama en un abrir y cerrar de ojos. Puedes dedicarte a la cocina rúnica o la cosmología interestelar. Aunque para medrar tienes que empezar, como siempre, por el coaching y las propuestas digitales. Abrir una pagina web. Un medio para retroalimentar tu posible negocio.
Aunque lo que nunca te deben faltar es amigos. No me refiero a amigos de verdad sino de facebook que por lo que se ve también se compran en el mercado a precio de oro.
En resuman, que estoy como la abuela de Marión, que me quiero bajar, que no entiendo nada, que ya no pinto nada en este mundo de cartón piedra, y que temo se desmantele al primer empujoncito.  


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