viernes, 25 de marzo de 2022

LA ESTACIÓN ESPACIAL Y LA ALBUFERETA

 

                      

 


 

 

 

 

 

No me quito de la cabeza la inminente caída de la estación espacial con la que Putin amenaza a Europa. Bueno, a Europa y a todo el planeta menos a Rusia, que mira tú por donde, parece ser que es el único lugar en el que no caería por muchas vueltas que diese. Son listos esos rusos, de verdad. Mira que calcular desde el espacio las coordenadas precisas para que caiga en cualquier parte de la tierra menos en su casa. Son previsores y minuciosos. Pero eso, que de por sí me quita el sueño,  no es lo  peor, sino la posibilidad de que la estación espacial conjunta me caiga encima. Dicen que mide como un campo de futbol, pero que con el impacto interestelar, con la expansión al atravesar la atmosfera, la desintegración de las partículas y demás farragosas cuestiones que desconozco, se expandiría para lograr una desmesurada destrucción.

Yo vivo en La Albufereta, concretamente en la zona de costa donde el temporal Gloria, allá por el año 2020, poco antes de la pandemia, destrozó con fuerza todo lo que encontró a su alcance y cuyos daños siguen intactos en 2022, sin que el Ayuntamiento haya hecho nada por solucionarlo. Hay huecos por donde se cuela el agua del mar y llega hasta los mismos cimientos de los edificios. Una tubería de aguas fecales quedó al descubierto por el impacto, se desmoronó la plataforma por la que podrían pasar vehículos en caso de catástrofe; bomberos, ambulancias, policías y demás familia. Hay riesgo para los vecinos y las plataformas, pero el gobierno municipal hace oídos sordos a las peticiones.

Envié un guasap a “Cuatro al día” porque animaban a denunciar los casos flagrantes de dejadez administrativa. Ni acuse de recibo tuve. El Ibi sube y la atención baja, “Cuatro al día” está a por uvas y el ayuntamiento más. Si les pinchas mucho dicen que eso es de “Costas” y se lavan las manos.

La verdad es que comprendo que con lo de la guerra, el desabastecimiento, el gran apagón, la pandemia, la huelga de transportes, la reciente amistad con Marruecos y enemistad con el Sahara..., que unos edificios acaben desplomándose por falta de atención, es poco trascendente, nimio, diría yo. Pero si la estación espacial conjunta cae en la zona arrasada por Gloria desde el edificio Rocafel, hasta el edificio Vistamar, pasando por el Edificio Elios, y diéramos un parte de daños que lo incluyera todo, así, a mogollón como hacen algunos con el seguro. Lo mismo se le mueve el alma a Costas, al Ayuntamiento,  a los rusos o a quién sea menester, y nos arreglan los desperfectos como daño colateral.

Nos haríamos oír hasta los confines del espacio sideral. La televisión se haría eco de nuestras peticiones y quizá lográramos recomponer nuestro pequeño rinconcito en el que vivimos y por el que continuamos pagando IBI religiosamente.

 


sábado, 19 de marzo de 2022

LA BOYA Nº8

                                             



 

 

 

 

 

Este verano me bañaba en una calita debajo de mi casa. Era agradable porque allí nos reuníamos tres amigas, nos alejábamos hasta las boyas que separan a los bañistas de las embarcaciones.

Una vez en la primera boya programábamos el itinerario a través de todas las que íbamos a recorrer. Por el camino se iban añadiendo otras nadadoras que salían de otras calas. Llegamos a reunirnos hasta diez. Lo mejor del pelotón es que con el gorro para evitar el sol, las gafas de bucear y el agua que nos cubría hasta el cuello, éramos incapaces de reconocernos en campo abierto y eso nos daba mucha libertad. El descanso se hacía en la boya numero 8, y era allí exactamente, donde comenzaban las confidencias, las risas, donde desnudábamos nuestros afanes como si de una terapia de grupo se tratara. Allí descubrí los amores prohibidos de una asturiana, ex juez, porque en esas boya las reuniones eran de jubiladas. La ex hematóloga nos contaba sus problemas emocionales y la ex peluquera nos contaba que estaba hasta el gorro de su cuñada meticona. La ex farmacéutica tenía un hijo esquinado y la ex gimnasta arrastraba dolores de huesos. Algunas habían tenido tres o más matrimonios, y otras tan solo uno. Los mejores momentos se vivían en esa boya numero 8 a la que acudíamos, ya agotadas para cambiar frustraciones por risas.

Entre todas las ex que acudíamos a la boya había una rusa muy guapa y divertida a la que la ex empresaria nicaragüense le buscaba un novio zen.

Un día se puso seria para contarnos algo de lo que yo jamás había oído hablar. Hablaba del este de Ucrania. Era del Dombass y muy por encima nos contó lo que estaban pasando. Suponía que su padre pro ruso, había sido asesinado y no habían encontrado su cuerpo. Lo dejaba todo un poco en el aire, algo así como que Putin los salvó, que eran como los catalanes en su afán independentista. Lo único que recuerdo es que al despedirnos habló de que se estaba formando algo muy serio y que no sabía quién iba a ganar, pero que ella esperaba que ganaran los suyos.

No dijo más.

A partir de entonces quise informarme dónde estaba el Dombass, qué era lo que pasaba y por qué se iba a liar. Han pasado varios meses y desgraciadamente todo ha sucedido. No comprendo por qué no sabíamos nada de toda esa guerra civil que  estaban librando en Ucrania, no sabíamos qué estaban haciendo allí los pro rusos, los otros. No lo recuerdo como noticia de primera línea en los telediarios. Ahora nos cuentan que la maldad es trasportable de un lado para otro, que Puigdemón ponía una vela a dios y otra al diablo. Los que de verdad no tiene ninguna culpa son los civiles, los niños, los ancianos. Ahora sabemos que gana el que antes pega, que la OTAN no es ninguna ayuda llegado el caso, como no lo fueron los aliados en la segunda guerra mundial, que veían atemorizados cómo se iban apropiando terreno los alemanes y confiando en que a ellos no te tocaría. Los alemanes aplauden al presidente de Ucrania que les llama cobardes por comprarle gas a Rusia y luego debaten otra ley. Puede que los americanos tengan que entrar si les bombardean directamente, como pasó en Perl Harbour, pero mientras tanto, nos engañan por ambos lados, nos cuentan lo que interesa. Ya no sé si Abascal es de Putin o lo son los podemitas. Si Maduro se va  a hacer amigo de los americanos o si China  apoyará a Putin o exigirá a EEUU que haga la vista gorda sobre Taiwan. Solo sé que mueren miles de personas inocentes, que otros cientos de miles han perdido todo lo que tenían, que las mafias están al acecho para prostituir a niños y mujeres, que se montarán en la riqueza los que venden armas y los que trafican con el hambre y el frio. Todo eso lo sé. Y sé que los perdedores de esta contienda son aquellos a los que les han quitado su dignidad de hombres, los únicos que la tienen y la tuvieron siempre; los ciudadanos de a pie. Espero que ganen ellos, los peones de esta ignominia: los niños, las mujeres, los ancianos, los hombres de bien. Ojalá existiera el arca de Noé, recogiese a los justos y arrasase con los listos de siempre.

Quizá sea tan solo un sueño. Quizá cuando despierte me encuentre en la boya nº 8 compartiendo ilusiones con nueve jubiladas que hablan de cosas tan raras como que en Ucrania se está preparando una gorda.


lunes, 14 de marzo de 2022

MERCHE

 

 

 

                                              

 

 

 

 

 

 

 

Es jueves, quedo con Merche. Hemos decidido vernos todos los jueves, pero no es verdad, nos vemos solo cuando alguna de las dos está muy estresada o deprimida. Entonces nos llamamos para recordarnos que es jueves, que nos espera un café  y que no debemos meternos dentro del local por el covid.

 Acudimos muy abrigadas.

Pedimos dos cafés descafeinados de maquina y un vaso de agua. Merche me dice nada más irse el camarero, que está asustada, ¿por la guerra?, pregunto. Por todo, me explica, y continua: Te advierto que yo no me voy a morir aunque nos echen una bomba nuclear, pero sé que lo pasaré mal, eso sí lo sé.

Merche dice que ella no tiene costumbre de morirse. Ha pasado de todo en la vida, ha estado al borde de la muerte en infinidad de ocasiones, ha cogido el covid dos veces, con la variante Delta, en el peor momento y con la variante Omicrón, estas navidades. En ambos casos ha estado hospitalizada y con oxigeno, las dos veces le ha afectado a los pulmones que ya los tiene muy tocados, pero ya ves tú, me dice. Morirme, lo que se dice morirme, no me muero.

Algunos días Merche acude a la cita con una bombona de oxigeno. Esos días nos permiten sentarnos dentro, aisladas y en las mesas preparadas para la cena. Algunas veces le cuesta andar; otras, está mejor y sale de casa a paso ligero.

Su enfermedad es de pulmón y grave, fumó mucho.

Mientras llega el camarero con los cafés insiste en confirmarme la preocupación que le causa la guerra. No es por mí, sino por la monstruosidad y el horror que va a salir. No me veo capaz de contemplar a los individuos despojados de sus cualidades humanas, de enfrentarme a fieras salvajes. Le recuerdo un relato de Hemingwai en el que unos soldados vuelan los puentes al paso de patrullas alemanas. Celebran la masacre que hacen en los cuerpos de los enemigos, hasta que un día, al regresar a su campamento, descubren a un soldado alemán agonizando, lleno de sangre y desmembrado, es uno más de los que han podido matar esa tarde, pero éste se encuentra solo, apartado de su pelotón. Los mira como el niño que todavía es y pide auxilio. Ellos se le acercan, lo incorporan con cariño, y tratan de consolarlo. El niño soldado les pide que si alguna vez pueden ver a su familia, les de un recado esperanzador de cómo fue su muerte, que les diga que no sufrió, que los conforten.

El protagonista se queda con las referencia y lo ayuda a morir, incluso le canta una canción alemana quedamente, mientras acaricia su pelo.

Es tremendo que en medio de una confrontación, ya sea guerra, manifestación o pelea, alguien, de pronto, se individualice, deje de ser “el otro”, el enemigo, el traidor, para volver a ser un hombre.

Qué risas ver saltar alemanes por los altos, y que dolor ver agonizar a un alemán en la cuneta, entre tus brazos, en los del asesino.

Ella se queda callada, y agradece al camarero la taza de café. No deberíamos despersonalizar a nadie, dice, y se le ensombrece el rostro.

Merche y yo tenemos ideas políticas diferentes y procuramos no hablar de ello, aunque ella no lo cumple, piensa que soy recuperable, una oveja descarriada que hay que traer al redil. Lo siento, Merche: salí con las caceroladas cuando invadieron Irak con la excusa de que tenían armas de destrucción masiva. Me ilusioné con el movimiento 15M, cuando aquellos jóvenes, que llenaban la puerta del Sol, gritaban consignas contra la corrupción de los políticos y la casta. Me gustaba que le pusiera un reloj imaginario a esa Esperanza Aguirre que los llamaba desarrapados, a esa Ana botella que vendió a fondos buitres viviendas sociales, para que supieran que el fin de su política reaccionaria estaba cerca. Abandone el 15 M cuando vi que Pablo Iglesias se compraba un chalet inmenso, cuando vi a sus escoltas pegando a policías, cuando metió a su pareja en política.

Pero, vamos a ver, dice Merche, ¿por qué no puede comprarse un chalet si tiene el dinero? Por convicción, porque se metió con los que medraban en la política, porque dijo que no saldría de Vallecas. Ella toma un sorbo de café y me pregunta. ¿Por que no puede retractarse de lo que dijo? La miro fijamente y sin levantar demasiado la voz para que no suene a pelea, le digo: porque mi voto fue para él por lo que dijo y ahora lo tiene él y yo lo he perdido. Los que consiguen votos con engaños, los debían devolver o ser castigados. No tiene derecho ese hombre y los suyos a jugar con mi esperanza  ¿A quién vas a votar, entonces? Callo. No lo irás a hacer a ..., no se atreve ni a nombrarlo. O sea que vas a votar a..., insiste.

 Me tomo el café y le pregunto por la guerra. Crees que nos caerá la estación espacial encima, nos reímos. Puede, pero a mí no me matará, sufriré mucho, pero no me matará. Sí, ya sé, tú no mueres fácilmente, bromeo.

Dejamos el tema y hablamos de nosotras, de lo que sentimos, de lo que nos alegra, de lo que nos hace reír a carcajadas. Somos como ese soldado niño al que se le quiere, venga de donde venga, vote lo que vote, porque tiene una individualidad, porque no es el enemigo, porque no se permite sacar al monstruo. 

Quedamos para el próximo jueves. Espero que la estación espacial y el covid sigan controlados. Tenemos mucho frio, la pandemia todavía nos impide tomar el café a cubierto. Regresamos a casa satisfechas de nuestras confidencias, pero un poco más tristes porque la guerra está al otro lado de la calle.

 


sábado, 12 de marzo de 2022

DETERIORO COGNITIVO Y PRENSA

                     



 

 

 

 

Como últimamente olvido mucho, decidí apuntarme a un curso para evitar el deterioro cognitivo. El ejercicio que me han puesto para esta semana es el siguiente.

“Escuche o lea las noticias, fijándose bien en los datos y el contenido global de las mismas y haga un resumen.

 

En esas estoy.

He escogido dos noticias al azar.

La primera es de:

 

 EL PERIODICO. Sección INTERNACIONAL (9/03/2022)

 

La OMS confirma una variante de la Covid19 que combina ómicron y delta

La OMS no ha observado que esta nueva variante sea más grave que estos dos linajes por separado. Le llaman DELTACRÓN  y es el resultado de una contaminación en el proceso de secuenciación.”

 Algo así como un dos en uno, que no se sabe si es peor o mejor que cada una por separado. Aunque teniendo en cuenta que la Delta es muy grave y la omicrón muy contagiosa, las expectativas no son muy halagüeñas. Pero ahora viene el consejo sesudo y profesional, propio de la organización a la cual pertenecen.

“Lo que pueden hacer, es minimizar su exposición, tanto al Sars-Cov-2 como a la gripe, le beneficiará.”

No me diga que con evitar contagiarme está todo resuelto. Es que no me lo podía ni imaginar.

 “Le beneficiará, señaló María Van Kerkhove, epidemióloga líder de la OMS desde Ginebra”, y luego se tomó una copa de idem.

 

La segunda es de:

 

EL INDEPENDIENTE ( 8/03/2022)

 

Órdago de Putin: prohíbe exportar materias primas desde Rusia hasta 31/12

El viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, ha subrayado que “Europa consume 500.000 millones de gas al año, y el 40% procede de Rusia ”Un corte súbito de este suministro agudizaría más si cabe la crisis energética que atraviesa el continente.”

 

Nuevas sanciones

 

“Este martes , el presidente de EEUU prohíbe comprar petróleo, carbón o gas natural procedente de Rusia.”

 Pero en qué quedamos ¿son ellos los que no nos piensan vender? ¿o nosotros los que no les pensamos comprar?

Esto me recuerda mucho al colegio, cuando le decías a un amigo, si no me invitas a tu cumple yo tampoco al mío.

 

“Y además Putin da marcha atrás en su órdago y dice que Rusia seguirá enviando gas y petróleo  a Europa.” Esta noticia es a continuación de la anterior, sin periodo de rectificación ni nada de nada. Así, soltada “de seguido”.

“La prohibición de Rusia se ha concretado principalmente sobre el mercado de cereales.” O sea que nos quedamos sin cereales, sin petróleo, o sin las dos cosas a la vez. Ya nos lo aclararán.

 

El Kremlin ingresa más de 700 millones de euros al día con la exportación de recursos energéticos. EEUU ha prohibido la importación de energía rusa y el Reino Unido ha anunciado que lo hará a finales de 2022”

 Lo del Reino Unido, dado como cambian los acontecimientos día a día, no sé si para entonces pegará, pero hacen bien en anunciarlo, seguro que eso, ahora mismo, los acongoja muchísimo.

 

“Borrell pide a los europeos bajar la calefacción.” En eso, ves tú, se parece a la epidemióloga  líder de la OMS. Evite contagiarse, le beneficiará.

 

Y así está la prensa y así lo redacto en mi curso de deterioro cognitivo, por si son cosas mías.

 

 


sábado, 8 de enero de 2022

GARZÓN Y LAS MACROGRANJAS

 

                                              

                                              

 

 

 

 

 

Vaya por delante que no entiendo de granjas ni de macrogranjas, pero empiezo a entender el miedo de Pedro Sánchez a gobernar con Podemos. Podemos no es un socio de gobierno, es la oposición cobrando como gobierno. Su sueldo lo pagamos todos los españoles y sin embargo ellos en vez de contribuir a proponer leyes y proyectos se dedican a criticar, hacerse oposición a sí mismos. 

Es algo complicado.

Convocan manifestaciones delante del congreso para oponerse a algo que acaban de votar con el gobierno, como miembros del mismo. Atacan a la policía, que está para defender las normas del gobierno, o sea emanadas de ellos, sí mismos. Y les atacan con su propio personal de seguridad (Pablo Iglesias en Vallecas). Y no contentos con eso, conceden entrevistas a medios de comunicación extranjeros para poner a caldo las medidas que se supone han tomado ellos como miembros de ese gobierno surrealista al que pertenecen.

Son los dirigentes de un país al que a la vez cuestionan; o sea a ellos mismos.

Y lo gordo es que todavía no sé si esto es surrealista o entra de lleno en la física cuántica. “Estar y no estar gobernando”. “Estar y no estar oponiéndose” Cobrar por gobernar y por criticar lo que sale delgobierno.

Decididamente esto no es paranoia, esto no es esquizofrenia, esto es ... ¿cuántico? ¿Algo así como el gato de schrödinger? Ese gato que está vivo y muerto a la vez. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes?

Qué buen ejemplo para explicar a nuestros alumnos esa materia física tan farragosa. Garzón, queridos niños, es el mismísimo “gato de schrödinger”. ¿Lo veis claro ahora?

En el mundo poco intuitivo de la física cuántica, no se puede saber con certeza qué estado tiene una partícula y donde se encuentra hasta que interactuamos con ella. El gato, al igual que Garzón, está y no está al mismo tiempo. Es una paradoja de superposiciones.

Y como he dicho, no entiendo de granjas. Pero de ser tan insalubres como aseguran, ¿qué ha hecho Garzon y sus Podemitas para evitarlo durante su cogobernanza?


jueves, 6 de enero de 2022

SE ACABÓ LA NAVIDAD

                                  

 

 


 

 

Terminan las fiestas navideñas. Los Reyes Magos ya han entregado sus regalos, los han dejado con mucho cuidado dentro de unos zapatos y se han marchado en sus camellos.  Han regresado ligeros de equipaje, sin una estrella a la que seguir, libres para volver a oriente o a una playa paradisiaca. Ya han cumplido su misión por este año, como la hemos cumplido todos queriéndonos mucho.

A partir de mañana todo volverá a ser real.

Ramón lucha entre la vida y la muerte en una UCI porque era Navidad y en Navidad debe reunirse la familia, porque al abuelo no se le puede dejar solo en esas fechas, sería incorrecto. Sus nietos son negacionistas porque todo esto es un montaje, y cenaron con él, y le abrazaron, y se burlaron un poco de sus achaques de quimio y de su debilidad. Pero todo eso no importaba porque es Navidad y él es viejo. ¿Acaso en Navidad no nos queremos todos?, se nota en los langostinos, en el cava, en el cordero y en el turrón. Navidad es reunión y se reúnen los que se aman y los que se detestan, el tío bohemio que no tienen a donde ir, las tías solteras o viudas, el amigo recién separado y la madre de la novia del niño que no tiene dónde pasar ese día, porque ese día precisamente, se siente sola, porque las lucecitas del árbol de plástico y los villancicos le traen recuerdos de naftalina. Y alguien trabaja mucho para que todo salga muy bien y se quieran los comensales.  

La reunión familiar es para que olvidemos lo solos que estamos, las heridas incrustadas durante tantos años que salen a relucir por una simple copa de cava. Los demás días da lo mismo porque no hay villancicos, ni luces en las calles, ni fiestas falsas y los que se sienten muy solos juegan al bingo o buscan bullicio para olvidar. Por eso, en torno a esa  mesa que ha preparado alguien muy cansado, se reúnen los  egoístas y los violentos, los manipuladores y los que tienen heridas antiguas que esperan sacar adelante precisamente ese día, cuando todos levanten  la copa en señal de amor incondicional. Se reúnen porque la Navidad tiene eso, que congrega y confronta.

Ramón está en la UCI, luchando entre la vida y la muerte, porque sus nietos se fueron una semana antes a una casa rural a celebrar que el virus no existe, o los que no existen son los viejos, algo de eso celebraron. Ellos vitorearon una semana antes su vacío, su necesidad de tapar esos agujeros negros que los engullen. Los nietos de Ramón no se vacunaron porque son libres, porque nadie les tiene que decir cómo llevar su vida.  Se reúnen sin mascarilla porque son independientes y visitan al abuelo enfermo porque es Navidad y porque les da lo mismo lo que puedan contagiar. Ellos son jóvenes, y sus padres no saben decirles que existe algo que se parece al respeto y al cariño, sea Navidad o Miércoles Santo. Porque lo que importa no son las fechas ni los días señalados en el calendario, sino una personalidad madura y un carácter fraguado año tras año por padres responsables.  

Ramón se muere y los Reyes Magos ya han dejado sus regalos dentro de cada zapato. Mañana todo dará lo mismo, porque se acabó la Navidad.


domingo, 5 de diciembre de 2021

EL FUTURO

                                 

                                  

 

 

 

 

 

 

Hacer obras o pintar tiene una parte positiva, y es que te das cuenta de lo equivocados que estamos prediciendo el futuro. Cuando tienes que recoger o tirar cerros de documentos y revistas que ni sabes ni entiendes por qué guardaste, descubres que el futuro siempre nos da una bofetada en la cara respecto a nuestros vaticinios.

En casa de mis padres descubrí un Readers Digest (revista del año de la tana que analizaba situaciones y daba su argumento sobre la realidad que tenían y el futuro que les esperaba) En la revista que cayó en mis manos, analizaba con meticulosidad de amanuense, lo genial y necesario que era entrar en la guerra de Vietnam. Es importante, decía el analista de turno, que los países asiáticos no logren tomar la iniciativa en el mundo, porque de no luchar por defender nuestra civilización, el mundo que conocemos se daría la vuelta como un calcetín. Eso dijo el hombre. Lo ocurrido fue, como todos sabemos, que la guerra la perdieron o la perdimos, y aún habiéndola perdido, nuestra civilización continuó como antes. Tan solo temblaron los pobres chicos en edad de alistarse y con pocos recursos económicos, que fueron enviados a una guerra que ni les iba ni les venía, con grandes consecuencias, no para aquellos que los enviaron, sino para los luchadores: desprestigiados por su propio país y la mayoría con graves secuelas psicológicas. Pero no pasó nada más, se tapo tamaña iniquidad con un “se  siente”, y aquí paz y después gloria.

Pero como iba diciendo, mientras busco material para desechar, me encuentro con un periódico del año 2007 con el la foto de varios habitantes de Navalcarnero que esperan en fila la llegada del tren. Algunos son entrevistados y se muestran reacios por si el pueblo se les llena de gente y aquello deja de ser un remanso de paz. Constato que todavía a día de hoy diciembre de 2021 y con la variante del covid: omicron, rondando nuestras vidas, no ha llegado el tren a Navalcarnero, ni se le espera. Imagino que muchos de los allí fotografiados en fila india y cogidos del hombro, habrán fallecido, y otros se habrán olvidado del famoso tren. Ya no hay entrevistas. Todo quedó en el olvido.

El futuro no es predecible.

Recuerdo una canción que cantaba, allá por los años de maricastañas, Enrique Guzmán, que decía algo así como: “Cuando sea el año dos mil, maravillas lograré. Si a Neptuno tu quieres ir, a Neptuno te llevaré, y el mundo entero te dareee”. El dos mil pasó, y llegamos al dos mil veintiuno. No hemos ido a Neptuno, ni falta que nos hace. En el dos mil veintiuno a los de a pie nos importa un comino los viajes espaciales, mirar la tierra desde marte, la luna y Neptuno. Nos conformamos con que la cepa omicron no se nos lleve con vacuna incluida. El tema viajes espaciales se ha convertido en un afán de frikis o ricos aburridos. Porque ahora lo que importa de verdad son los seguidores. Quién se lo iba a decir a Enrique Guzmán que hubiera entonado con ilusión: “Cuando sea el año dos mil seguidores yo tendré. Mis botas imitaran y mis tintes copiarán, la publicidad me pagará, y el mundo entero bobo se volveráaa”.

 Tengo quinientos mil seguidores, dice uno, y los demás se mueren de la envidia. Se levantan al alba, se maquillan, y nos cuentan su triste vida para que la imitemos y nos pongamos tan macizas o macizos, como ellos. Tener seguidores significa que te siguen, como a Jesucristo en su día, que todo lo que hagas o pienses, los deja patidifusos, y tener a miles de patidifusos tras de ti, supone además de un ego superinflado, no saber qué hacer con ellos, y a lo mejor acabas tirándote del patio de tu casa que ha dejado de ser particular para ser imitable hasta en las cuerdas del tendedero.  

Si yo, pongo por caso, quisiera que me publicara Planeta o Mondadori y mi blog tuviese quinientos mil seguidores, me pondrían el contrato delante de mis narices sin tan siquiera saber de qué va mi novela. No les importaría si va sobre el tren de Navalcarnero o sobre la fallida guerra de Vietnam. Ya se encargarían “los escritores de la editorial, de darle un sesgo policiaco/guerra civilista de gran tirón efectivo. No importaría, y yo podría decir todas las memeces que me vinieran la cabeza como si el mismo Aristóteles hablara. Pero no es el caso: tengo trece seguidores. Ni aunque escribiese la mejor novela de todos los tiempos, lograría que una editorial o un agente literario me mirase a la cara. Sin embargo no está todo perdido: ha llegado o está por llegar, un nuevo mundo para nosotros, los perdedores recalcitrantes, se llama el Metaverso: una realidad virtual en 3D, no algo que miras en una pantalla sino un lugar en el que “entras”. Los poderes facticos han descubierto que podemos vivir la mar de bien sin molestar. La realidad virtual te permitirá montarte en un universo paralelo en el que con un avatar la mar de “apañao” entres y te conviertas en “influencer”, héroe, villano, asesino, portero de fincas o paseador de perros. Lo importante es que nos dejemos de realidades, de Neptuno, de vacunas, de trenes para conectar municipios y de zarandajas de esas, que dejemos actuar a los que quieren vivir de nuestra imbecilidad, y lo mejor para alcanzarla es no cuestionarnos lo más mínimo. Aceptar las ideas en globo, convertirnos en zombis y dejar que otros se ocupen de recoger el fruto.

No pienso guardar más periódicos atrasados. El futuro será o no será, pero estoy segura de que ocurrirá lo que menos nos esperemos.