Hay
cosas que piensas que son inalcanzables. Quizá porque no es algo que te suceda
habitualmente. Por eso, y sin querer, lo das por imposible.
Pensar
que el chico más guapo, ese que acaba de llegar al grupo, se va a fijar en ti,
sacar un sobresaliente en un examen, que te toque algo en un sorteo, escribir
una novela, que una editorial importante te publique, sentarte en una caseta en
la Feria del libro a firmar ejemplares. Ni siquiera era consciente de que algún
día, ya mayor, descubriría mi afición por la escritura. Son asuntos que no te
planteas. Te intriga saber cómo lo habrán conseguido los demás, es cierto, pero
no te atreves a ir más allá en tus sueños.
Me
pasaba la vida preguntándome qué escribían en los exámenes los que sacaban
sobresalientes. “Es que soy una dispersa, es que no me esmero” me decía dándome
explicaciones. Hasta que un día vi que mi papeleta de Civil uno tenía una “S”.
“Ya está”, pensé, “Me han suspendido. No lo entiendo”. Hasta que me di cuenta de que lo escrito en
esa papeleta era nada menos que “Sobresliente”. Por fin. Había llegado mi
primer sobresaliente, como también llegó el chico guapo que se fijó en mí, y me
tocó algo en un concurso, y me entró el gusanito de la literatura, y me
llamaron de una editorial de prestigio. Fue entonces cuando confirmé que los
sueños se cumplen. No cuando tú quieres, eso es lo malo, pero sí en un momento
determinado, quizá en el que se tenían que cumplir. A veces llegan muy
escalonados en el tiempo, y otras todos juntos, de golpe, como empujándose. Y a
mí se me cumplió mi sueño de conseguir un premio literario reputado, un premio
al que se habían presentado mil doscientos manuscritos. Cuando me llamo Celia
para decirme que había quedado finalista en el premio de novela corta “El Fungible”
estaba en una cafetería de la playa y me pedí un vermut, porque puestos a que
exista una primera vez, esta era la adecuada para echar un lingotazo.
La
primera vez ocurre y sabe a vermut, a la sensación infantil de tirarte por un
tobogán recién pulido, al reencuentro con una amiga de entonces, a los brazos
de tu padre cuando te cubre una ola, sabe a todo lo bueno que no vas a olvidar
nunca.
Se
cumplían muchas expectativas la tarde de la entrega de premios, aunque ya había
empezado a saborear la ilusión desde mucho antes, Celia se encargó de ello.
Cuando me la presentaron me pareció conocerla de toda la vida, luego me
presentaron al ganador del premio de novela corta Javier Sánchez Lucena y a los premiados en relato Lola Morales Ruiz,
ganadora y Alberto Carreño Carrascosa, finalista. Disfruté con sus discursos.
Fue un placer conocer a mis admirados escritores Soledad Puértolas y Luis Mateo
Diez, escuchar a un Alcalde comprometido con la cultura de un Ayuntamiento que
puede presumir de ser el que más libros vende en Amazón, por delante de Madrid
y Barcelona, que cuenta con un 80% de
lectores habituales, y a los que el Ayuntamiento sabe dar respuesta con sus cuatro Mediotecas, con las que dedica el mismo
empeño a la ciencia y al arte. Porque sin creatividad no hay avance, y sin
avance el hombre seguiría en las cavernas.
Me
gustó el discurso de Alberto Carreño pidiendo que no desaparezcan las humanidades
de los planes de estudio. Las humanidades nos enseñan a pensar, a llegar un
poco más lejos con nuestras dudas y nuestra imaginación, a no tener miedo a dar
un paso que otros todavía no han dado. Porque con preguntas Fleming descubrió la penicilina y Einstein publicó
la teoría de la relatividad y tantos otros que no se conformaron con utilizar
lo ya sabido, sino que avanzaron por preguntones, por curiosos, porque los
habían preparado para ello. Utilizaron ese lado derecho del cerebro tan loco
pero tan necesario para el avance humano.
Fue
una tarde estupenda y os animo a todos a presentaros a un premio importante, bien dotado, serio, y con un jurado de tanta envergadura,
porque los sueños se cumplen, solo hay que dejarlos entrar en tu imaginario,
luchar por ellos, hacerles un huequecito y esperar a que se materialicen en esa
primera vez que sabe a tanto.
Gracias
a Luis Mateo Díez, a Jorge Eduardo Benavides y a Soledad Puértolas por ser los
gigantes literarios que son, al Alcalde Ignacio García de Vinuesa y al Concejal
de Educación y Cultura Fernando Mártinez por implicarse en el desarrollo
intelectual y lúdico de Alcobendas, a Celia García Gaitán por hacernos sentir tan a gusto durante todos estos meses, y, por
supuesto, a mis compañeros de letras, ganadores y finalistas, por esos textos
fantásticos y esa ilusión y juventud que los llevará muy, muy lejos.
2 comentarios:
Querida Carmencita: Estás ya a un nivel que no va a haber quien te tosa...y no sabes la alegría y la envidia sana que me da. Ya ves que después de tu año un poco "chungo" el horizonte se ha vestido de colores. Felicidades por tus éxitos literarios y espero que vengais pasadas las Navidades a disfrutar de tu mar.
Yo liada y más que liada...a ver si nos damos una "charraeta".besos.
Hola Carmina. Qué alegría verte cantando como un pajarito. Estoy deseando ir a Alicante, pero los nietos pesan. Espero poder ir antes o después de reyes. Muchas gracias por tus buenos deseos. Un beso muy, muy gordo.
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